martes, 8 de abril de 2008

Ritual de momificación


Ritual demomificación

La mayor fuente de información que ha llegado hasta nuestras manos se trata, sin duda, de la recogida por el pseudo historiador griego Heródoto y la complementación realizada por Diodoro de Alejandría que nos describe también el proceso añadiendo algunos datos.

Heródoto narra el proceso de la siguiente manera:

“Por lo que respeta al duelo y la sepultura, es costumbre que al morir algún sujeto de importancia, las mujeres de la familia se empasten de barro la cara y la cabeza. Así desfiguradas y desceñidas, y con los pechos descubiertos, dejando en casa al difunto, van girando por la ciudad con grandes lloros y golpes en el pecho, acompañadas en comitiva por toda la parentela. Los hombres de la misma familia, quitándose el cíngulo, forman también su coro plañendo y llorando al difunto. Concluidos los clamores, llevan el cadáver al taller del embalsamador.

Allí tienen oficiales especialmente destinados a ejercer el arte de embalsamar, los cuales, al llevarles en cadáver, presentan a los conductores unas figurillas de madera, modelos de su arte, las cuales, con sus colores, muestran al vivo un cadáver embalsamado. La más meticulosa, dicen ellos mismos, es la del sujeto el nombre del cual no me atrevo ni considero lícito publicar
[1]. Enseñan después otra figura inferior en mérito y menos costosa, y por fin una tercera más barata y ordinaria, preguntando de qué manera, y según qué método, desean que se trate el muerto; y después de entrar en tratos y cerrado el contrato, se retiran los conductores. Entonces, quedando a solas los artesanos en su oficina, ejecutan de la siguiente manera el tratamiento de primera clase. Empiezan introduciendo por la nariz del muerto unos hierros encorvados, y después de extraerle el cerebro, introducen sus drogas e ingredientes[2]. Abren después la zona abdominal con una piedra de Etiopía aguda y cortante, sacan por allí los intestinos, purgando el vientre, lo lavan con vino de palma y después con aromas molidos, llenándolo después de finísima mirra, de casia, y de variedad de aromas, de los cuales exceptúan el incienso, y cosen por último la abertura[3]. Después de estos preparativos adoban secretamente el cadáver con natrón durante setenta días, único plazo que se concede para mantenerlo oculto, después se faja, bien lavado, con ciertas vendas cortadas de una pieza de finísimo lino, untándolo al mismo tiempo con aquella goma de la que se sirven comúnmente los egipcios en vez de cola. Vuelven entonces los parientes del muerto, toman la momia, y la encierran en un nicho o caja de madera, la parte externa de la cual tiene la apariencia de un ser humano, y así guardada la depositan dentro de una habitación, colocándola de pie y acercándola a la pared. Este es el método más exquisito para embalsamar los muertos.

Otra es la forma con la que preparaban el cadáver los que, contentos con la medianía, no les gustaba tanto lujo y meticulosidad en este punto. Sin abrirle el vientre ni extraerle el intestino, mediante unos clísteres
[4] llenos de aceite de cedro, se lo introducen por el orificio del ano, hasta llenar el vientre con este licor, teniendo cuidado de que no se derrame y vuelva a salir. Lo dejan durante los días acostumbrados, y el último día extraen del vientre el aceite, la fuerza del cual es tan grande que arrastra a su paso las tripas, intestinos y entrañas, ya líquidas y deshechas. Consumida la carne por el producto sólo queda del cadáver la piel y los huesos; sin preocuparse de nada más se restituye la momia a los parientes.

En el tercer método de adobamiento, que suele ser utilizado por los que tienen menos recursos, se limpian las tripas del muerto a fuerza de lavativas de syrmaia
[5], se adoba el cadáver durante los setenta días preestablecidos, devolviéndose después al que lo llevó para que lo regrese a su casa.

Por lo que respecta a las madres de los nobles y a las mujeres bellas, se toma la precaución de no entregarlas en seguida para embalsamarlas, sino que se difiere hasta el tercer o cuarto día después de su muerte. El motivo de esta dilación no es otro que impedir que los embalsamadores abusen criminalmente de la belleza de las difuntas, como sucedió, por lo que cuentan, con uno de estos inhumanos, al que se le llevó una de las recién muertas, según se supo por la declaración de un compañero.”

Diódoro nos describe así la momificación:

"Cada vez que muere alguien sus parientes se ungen la cabeza de barro, deambulan por la ciudad entre lamentos, hasta que el cuerpo recibe sepultura. No sólo eso, durante este tiempo no se bañan, no beben vino, no comen
[6] y no se visten con ropa de colores vivos. Existen tres clases de entierros, el más caro, el mediano y el más humilde. Si se opta por el primero, dicen que el precio es de un talento de plata, el segundo, veinte minas, y si se escoge el tercero dicen que el precio es muy bajo. Los hombres que se ocupan de los cuerpos son hábiles artesanos que reciben todos sus conocimientos profesionales de sus antepasados, ya que es una tradición familiar; estos exponen a los parientes del difunto una lista de precios de cada producto utilizado para el entierro i les preguntan de qué manera desean que se trate el cuerpo. Cuando llegan a un acuerdo para cada uno de los detalles, se quedan con el cadáver y lo confinan a unos hombres designados para tal servicio, especialistas en la materia. El primero es el escriba, como se denomina a la persona que, una vez el cuerpo es depositado en el suelo, señala la longitud que ha de tener la incisión en el lado izquierdo; después otro, llamado el parascytes (cortador), practica la incisión, como la ley ordena, con una piedra etíope y en seguida, echa a correr, y todo los presentes lo persiguen y le lanzan piedras, le insultan, tratando de castigar la profanación que acaba de cometer, puesto que a sus ojos, todo aquel que se comporta violentamente o hiere a otro de la misma tribu merece el odio general. Por contra, los hombres llamados tariqueutas (embalsamadores) son tratados con la mayor consideración y reciben muchos honores, similares a los que reciben los sacerdotes, e, incluso, entran y salen de los templos sin problemas, como si estuviesen libres de toda sospecha. Después de que el cuerpo haya sido abierto, uno de ellos introduce su mano a través de la abertura del cadáver y le extrae todo excepto los riñones[7] y el corazón[8], y otro limpia las vísceras una a una, lavándolas con vino de palma y especias. Generalmente aplican con cuidado al cadáver durante treinta días aceite de cedro y otras preparaciones, después mirra, canela y otras especias que tienen la facultad no solamente de preservar el cuerpo durante mucho tiempo sino también de conferirle un olor agradable. Después de tratar el cuerpo lo retornan a los parientes.”

Ninguno de los dos hace referencia a la destinación de las vísceras. Estas se introducían en los llamados vasos cánopes (en honor al dios Cánopo) y estaban protegidos por los cuatro hijos de Horus, que estaban esculpidos la mayoría de veces en sus tapas. El estómago y el intestino grueso se guardaban en el vaso de cabeza antropomórfica correspondiente a Amset y sus inscripciones pedían la protección de la diosa Isis, además se relacionaba con el punto cardinal del sur; el intestino delgado en el vaso cinocéfalo
[9], protegido por el dios Hapi invocaba a la diosa Neftis y se asociaba al norte; en el tercero, de tapa en forma de cabeza de chacal, se introducían el corazón y los pulmones y lo vigilaba Duamutef, lo protegía la diosa Neith y se identificaba con el este; el último vaso, con cabeza en forma de halcón, estaba custodiado por Qebehsenuf y contenía la vesícula biliar y el hígado, estaba protegido por Selkis y se asociaba al oeste. En realidad este intento de asociar un órgano a un vaso no se cumplía siempre y encontramos una gran diversidad de combinaciones, según el autor al cual recurramos. Los vasos, a su vez, podían estar guardados dentro de un cofre que tenía la función de protegerlos e incluso en el interior de nichos construidos para tal efecto. El vendaje es otra de las cosas que quedan un poco en el aire. Al retirarse el cuerpo de su cobertura de natrón se lavaba y rodeaba de multitud de finísimas vendas impregnadas en goma arábiga. El encargado de ejecutar esta tarea era el coacytes. Entre ellas se introducían una serie de amuletos destinados a proteger el difunto, hecho que provocó, a lo largo de muchos años, la violación de tumbas por los busca-tesoros, que destruían las momias en busca de los amuletos y las joyas que llevaban entre el vendaje. El proceso de aplicación de vendas finalizaba con un recubrimiento hecho con vendas de tela más gruesa.

Los oficiantes tenían carácter sacerdotal y recibían el nombre de sacerdotes-ut junto a ellos trabajaba un sacerdote lector, que era el encargado de recitar los pasajes del ritual, como se dice que hizo Isis por vez primera. Entre estos rituales destaca el de la apertura de la boca que consistía en devolver al ser el uso de la boca y otorgarle las facultades por las cuales la vida se manifiesta. En los funerales este rito se efectuaba primero en la sala de embalsamamiento y otra vez antes de sepultar al difunto. Lo dirigían el sacerdote sem, que representaba Horus. Este tocaba el rostro del difunto con una azuela y después con un cincel para devolverle el uso de la boca y los ojos, con lo que podía volver a hablar, ver y comer. Todo esto se acompañaba de la quema de sustancias olorosas (sahumerios), purificaciones rituales, sacrificios y diversos actos que podían variar. Les oraciones recitadas están recogidas en el Libro de los Muertos:

Sortilegio 21

Para retornar a un difunto los poderes de su boca.

¡Salve, oh Príncipe de la Luz, tu que iluminas la Mansión de las Tinieblas, mira! ¡Ante ti llego santificado y purificado! Pero, ¿qué veo? ¡Tus brazos dirigidos hacia atrás repelen todo lo que llega de tus Antepasados! ¡Concede a mi boca los poderes de la palabra, con el objetivo de que a la hora en la que reinen la Noche y la Niebla, pueda dirigir mi Corazón!

Sortilegio 22

Para retornar a un difunto los poderes de su boca.

He aquí que subo al Cielo del universo misterioso, semejante al Huevo Cósmico rodeado de sus rayos… ¡Qué el poder de mi boca me sea restituido, qué pueda pronunciar ante el Señor del Más Allá las Palabras de Potencia! ¡Qué la súplica de mis dos brazos extendidos con fervor no sea rechazada por las Jerarquías divinas, pues, en realidad, soy Osiris, Señor del Re-stau! Pueda, entonces, compartir la suerte de los que se encuentran en la cima de la Escala celeste. Venido aquí por voluntad de mi corazón; he atravesado el Lago del Fuego, y mi presencia ha apagado sus llamas.

Sortilegio 23

Apertura de la boca del difunto.

¡Ojalá pueda Ptah abrir mi boca! ¡Ojalá pueda el Dios de mi ciudad desatar las vendas que cubren mi rostro! ¡Ojalá Toth armado de las palabras de Potencia quite estas nefastas venditas, herencia de Seth! ¡Ojalá pueda Tum lanzarlas a la cara de los enemigos que quieran, con la ayuda de estas venditas, volverme impotente para siempre! ¡Ojalá Shu pueda abrir mi boca con el arma de hierro que abre la boca de los dioses! Porque yo soy la diosa Sekhmet que habita en la región de los Grandes Vientos del Cielo… Yo soy el Genio de la Constelación Sahú en medio de los Espíritus divinos de Heliópolis. ¡Ojalá todos los hechizos dirigidos en mi contra dejen indiferentes y seguros a los dioses y a los Espíritus que los oigan!.

Utilizaban amuletos que creían estaban dotados de poderes mágicos. Encontramos una gran variedad, dependiendo de la época y el status social del individuo. Entre los más significativos destacan los siguientes:

· Dyed de oro: Símbolo egipcio representado por una columna vertebral con base y capitel. Representaba la estabilidad y la resurrección de Osiris como gobernante.

· Hebilla de cornalina
[10]: Estaba asociada a la diosa Isis. Se colocaba en el cuello del difunto después de haber recitado las palabras adecuadas del Libro de los Muertos mientras permanecía sumergido en agua de flores.

· Halcón de oro

· Collar de oro: Se colocaba rodeando el cuello del difunto y tenía que ayudarlo a librarse del vendaje al resurgir.

· Udyat de esmeralda o lapislázuli: Ojo de Horus. Se colocaba en cualquier parte del finito e invocaba la protección del dios y la buena salud. Fue uno de los más populares a lo largo de la historia egipcia.

· Anj: Cruz con asas que simboliza la vida, lo bueno y la belleza.

· El escarabajo: Se colocaba en el lugar del corazón para evitar que este pudiera declarar en el Más Allá en contra del difunto. Podía tener escritos capítulos del Libro de los Muertos que habían de proteger al finito. Simboliza el ciclo solar y la resurrección así como al dios Khepra. Estaba asociado a la fuerza de la creación y al ciclo solar.

· El tet o nudo de Isis: Representa el arbusto tamarisco del mito osiríaco. Las fórmulas de su hechizo se tenían que recitar manteniéndolo sumergido en agua de flores. Tenía la propiedad de reconstruir el cuerpo en el Más Allá.

· Emblemas reales y divinos como el ureo o el tocado de Hathor.

· Estuches de metal que contenían papiros con fórmulas mágicas.

Instrumentos y materiales

Cásia: Tipo de especia aromática utilizada hoy en día especialmente en cocina. Se obtiene de la corteza de un árbol de la familia del laurel, Cinnamomun cassia. Es muy similar a la canela, pero más dulce y aromática. Puede usarse molida o enrollada y pelada.

Las especias se utilizaban como repelente de insectos y, en muchos casos, como bactericidas. Otro de los posibles motivos por los que, se cree, las usaban, es por el agradable olor que desprenden, que, en los cadáveres, se agradecería.

Lino: Nombre común de las plantas de la familia de las linacias que pertenece al género Linum. De las fibras se obtienen los hilos y tejidos de lino y, de la semilla, aceite. Es propio de las regiones temperadas y crece bajo una amplia gama de condiciones y humedades. Los mejores suelos para cultivarlo son las tierras francas limosas o las arcillosas moderadamente fértiles.

Lo utilizaban en la fabricación de las vendas que servirían para aislar el cuerpo del exterior.

Natró: Na2CO3 + NaHCO3 + NaSO4 encontramos diversas fórmulas según las fuentes consultadas, pues se trata de una mezcla de composición imprecisa), tipo de sal que, juntamente con otras se encuentra en las fuentes de agua que, al acumularse en lagos sin desguace y en los cuales se produce una gran evaporación, dan lugar a canteras. Los yacimientos más antiguos conocidos son los de los lagos del Bajo Egipto, concretamente en la cuenca del Wady Atrum (de donde cogió el nombre). El agua es muy alcalina en los 11 lagos que forman parte y contiene carbonato, cloruro y sulfato sódico. En abril, al bajar el nivel de las aguas, estos se depositan por precipitación dando lugar a capas de entre 40 y 50 cm. de espesor.

Era usado en la desecación del cuerpo del difunto debido a la variación de tonicidad que provoca en el medio circundante y los consiguientes fenómenos de ósmosis.

Piedra Etíope: Piedra de obsidiana en forma de cuchillo que se utilizaba para efectuar la incisión en el lateral izquierdo del abdomen del difunto. Era obligatorio que el corte fuera realizado con un instrumento de este material, ya que de este modo lo marcaba la ley. La obsidiana es una roca volcánica semitranslúcida y oscura compuesta por sicilio, oxigeno y calcio. Su color abarca una amplia gama: negro verde oscuro, verde claro, rojo, blanco y con vetas negras y rojas. Se modela fácilmente, por lo cual, desde la Antigüedad, se usó para construir armas y herramientas.

Resinas: Termino aplicado a una serie de sustancias orgánicas, líquidas y pegajosas, que normalmente se endurecen a temperatura ambiente. Son segregadas por numerosas plantas. Su color varía entre el amarillo y el amarillo pálido. Al ser quemadas desprenden agradables olores. A pesar de ser químicamente diferentes, todas contienen carbono, hidrógeno y oxigeno, son insolubles en agua pero sí lo son en alcohol y otros disolventes orgánicos. Se subdividen en tres tipos:
Resinas duras como el ámbar
Oleorresinas como la trementina
Gomorresinas como la mirra

Mirra: Gomorresina aromática que se extrae de un árbol procedente de Arabia. Es una mezcla de resina, goma y aceite esencial de mirrol, causante de su color característico. Desde la antigüedad ha sido muy preciada como ingrediente de perfumes e inciensos. En la actualidad han quedado demostradas sus propiedades antisépticas y se utiliza en dentífricos para prevenir la halitosis
[11].

Las diferentes resinas se utilizaban por sus propiedades antibacterianas y aislantes, pues una vez fundidas formaban una gruesa capa protectora sobre la piel. A pesar que nos hayamos referido a las resinas como elementos bactericidas, no está de más remarcar que los egipcios en ningún momento llegaron a conocerlas por su microscópico tamaño, por lo que sus motivos para usarlas se limitaban a que observaron que las momias conservadas con ellas se permanecían en mejor estado, es decir, se “suprimía” un factor de la descomposición.

Instrumental quirúrgico: Básicamente estaba formado por una serie de ganchos, para la extracción de cerebro, cuchillos y cucharas para ayudarse en la evisceración y una serie de recipientes para recoger la sangre que el cadáver desprendía.

El Libro de Los Muertos


El Libro de los Muertos, o Peri Em Heru "Libro para salir al día", es un texto funerario compuesto por un conjunto de fórmulas mágicas o sortilegios, rau, que ayudaban al difunto, en su estancia en la Duat, a superar el juicio de Osiris, y viajar al Aaru, según la Mitología egipcia


La redacción del Libro de los Muertos se data durante el Imperio Nuevo, aunque para encontrar sus orígenes hay que remontarse a los Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo que evolucionó posteriormente en los Textos de los Sarcófagos del Imperio Medio. Estas sucesivas transformaciones conllevan que esta colección heterogénea de fórmulas contenga textos funerarios de todas las épocas de la historia de Egipto. Destacan tres versiones diferentes del Libro de los Muertos, que se fueron sucediendo a través de la historia:
La versión heliopolitana, redactada por los sacerdotes de
Heliópolis para los faraones, se encuentra en algunos sarcófagos, estelas, papiros y tumbas de las dinastías XI, XII y XIII, aunque la esencia proviene de escritos primitivos. Netamente solar, promueve la teología del dios Ra.
La versión
tebana, escrita en jeroglíficos (y luego en hierático) sobre papiros, esta dividida en capítulos sin un orden determinado, aunque la gran mayoría tienen un título y una viñeta. Usada durante las dinastías XVII, XVIII, XIX, XX y XXI ya no solo por los faraones sino también por ciudadanos particulares.
La versión
saita dio lugar a su máxima expresión en la Dinastía XXVI de Egipto, en donde se fijaron el orden de los capítulos, que van a permanecer invariables hasta el final del período Ptolemáico

El título "Libro de los Muertos" se debe a su primer editor y traductor, el egiptólogo alemán Karl Richard Lepsius, quien lo publicó en 1842 como Das Todtenbuch der Ägypter, aunque se dice también que el título procede del nombre que los profanadores de las tumbas dieron a los papiros con inscripciones que hallaron junto a las momias: Kitab al-Mayitun, en árabe, que significa "Libro del difunto". Los antiguos egipcios lo conocían como "Libro para salir al día".

Por ahora se conocen un total de 192 capítulos, pero su extensión es muy desigual y no existe un solo papiro que los comprenda a todos. La extensión de los papiros variaba según el poder adquisitivo de cada difunto, y una vez que se fue popularizando, las versiones más económicas eran realizadas 'en serie' por los templos y luego rellenadas con el nombre del comprador. La sucesión de fórmulas, sin orden alguno y que llegan a variar de unos ejemplares a otros tienen, sin embargo, una lógica interna. Según el egiptólogo francés Paul Barguet, el Libro de los Muertos puede dividirse del modo siguiente:
Capítulos 1-16: "Salir al día" (oración); marcha hacia la
necrópolis, himnos al Sol y a Osiris.
Capítulos 17-63: "Salir al día" (regeneración); triunfo y alegría; impotencia de los enemigos; poder sobre los elementos.
Capítulos 64-129: "Salir al día" (transfiguración); poder manifestarse bajo diversas formas, utilizar la barca solar y conocer algunos misterios. Regreso a la tumba; juicio ante el tribunal de Osiris.
Capítulos 130-162: Textos de glorificación del muerto, que se deben leer a lo largo del año, en determinados días festivos, para el culto funerario; servicio de las ofrendas. preservación de la momia por los amuletos.
Capítulos 163-190: es un complemento de todo lo anterior, con fórmulas en donde se alaba a Osiris.

Papiro de Ani
Quizás el capítulo más famoso e importante del Libro de los Muertos sea el titulado "Fórmula para entrar en la sala de las dos
Maat", en el cual el difunto se presenta ante el tribunal de Osiris al objeto de que se pese su corazón (conciencia y moralidad) y superada la prueba pueda continuar su camino, en el mundo de los muertos, hasta alcanzar los fértiles campos de Aaru.
Este capítulo, de notoria complejidad y extensión, contiene las llamadas "Confesiones negativas", declaraciones de inocencia que el difunto realizaba ante los dioses del tribunal a fin de justificar sus acciones personales, lo que pone de manifiesto la gran importancia moral que este capítulo significaba para los antiguos egipcios.

Reinado de Akenatón


Reinado de Akenaton


Fue hijo de Amenhotep III y de la reina Tiye. Sucedió a su padre tras la prematura muerte del príncipe Thutmose, sucesor por orden de primogenitura, prácticamente a la vez que la de Amenhotep. De hecho, no figura como heredero en ningún documento ni monumento de la época de su padre.
El cargo de Gran Esposa Real o Ta hemet nesu fue
Nefertiti quién era de una gran belleza, y posiblemente tenía unas grandes dotes, pues con ella la figura de la Gran Esposa Real alcanzó cotas nunca vistas. Cabe mencionar que no existen registros de un faraón reinante y su principal esposa, ambos portando cartuchos reales. Una teoría sostiene que llegó a ser corregente junto a su marido con el nombre de Neferneferuatón. Incluso se piensa que, a la muerte de su marido se convirtió en reina-faraón durante un corto periodo de tiempo con el nombre de Semenejkara.
También destacó la figura de
Kiya, mencionada como "La amada esposa" esposa secundaria de Ajenatón, quién muy probablemente haya cobrado relevancia por dotar de un hijo varón al rey, el príncipe Tut-anj-Atón, el futuro Tut-anj-Amón (Tutankamon).
Asimismo, como era costumbre en los reyes de la
dinastía XVIII, heredó de su padre Amenhotep III el harén real, que incluía a la princesa mitannia Taduhepa fruto de un tratado diplomático, enviada para fortalecer aún más las relaciones entre Egipto y Mitanni durante el reinado de su padre Amenhotep III.
Ajenatón tuvo una numerosa prole de su unión con
Nefertiti, prácticamente todo niñas. A continuación vemos cuáles fueron sus nombres:

Hija de Ajenatón. Louvre
Hijas nacidas de Nefertiti:
Meritatón: durante el año 1-2. Fue gran esposa real de Ajenatón y de Semenejkara.
Meketatón: durante el año 2-3. Murió en el año 14.
Anjesenpaatón: durante el año 4-5. Fue gran esposa real de Ajenatón y de Tutanjamón.
Neferneferuatón-Tasherit: durante el año 7-8. Murió entre el año 14 y el 17.
Neferneferura: durante el año 8-10. Murió entre el año 12 y el 17.
Setepenra: durante el año 10-12. Murió entre el año 12 y el 17.
Hijas nacidas de Meritatón:
Meritatón-Tasherit: durante el año 14-17. Murió en esas fechas.
Hijas nacidas de Anjesenpaatón:
Anjesenpaatón-Tasherit: durante el año 14-17. Murió en esas fechas.
Hijos nacidos de Kiya:
Tutanjamón: posterior rey de Egipto.
Kiya-Tasherit

Durante los primeros cinco años de su reinado no acaeció ningún problema, se estaba gestando el cambio. Se mantuvo en Tebas, y levantó varias construcciones. Entre las obras edificadas en este periodo ya surgen algunas dedicadas a Atón, simbolizado por el disco solar, y como novedad artística: la nueva técnica de utilizar bloques pequeños de piedra caliza, que facilitaba su transporte y construcción.

Para oponerse al poder de la hegemónica casta sacerdotal, Ajenatón ideó una reforma religiosa en torno a un nuevo culto monoteísta,[8] el atonismo, en torno a un Dios-Sol (como lo era anteriormente Ra) único, llamado Atón. Atón se representaba como un gran disco solar, del que salían brazos en disposición radial, que acababan en manos con el signo anj de la vida, para recoger las ofrendas, dando a cambio luz y vida. El faraón era el único profeta del dios y su intermediario ante los hombres. Para Flinders Petrie y otros antiguos egiptólogos, este fue el comienzo de la primera religión monoteísta.

Ordenó construir una nueva capital en el desierto, Ajetatón, que significa "el horizonte de Atón" o "próxima a Atón" (actualmente sus ruinas son conocidas con el nombre árabe de la región: Tell el-Amarna). La ciudad quedó consagrada al dios Atón. Allí se retiró Ajenatón para adorar a su dios. Hizo construir templos con grandes patios, ya que el culto solar debía hacerse al aire libre.
Para dotar de recursos que permitieran construir su nueva capital en
Amarna, confiscó todas las tierras que poseían los templos, quitó privilegios a los sacerdotes y buscó el apoyo del clero de Heliópolis, ocasionando su ruina. Como sumo sacerdote de Atón, no aceptaba la autoridad del sumo sacerdote de Amón, que tenía el título de Jefe de los sacerdotes de todos los dioses y un gran poder político.
Declinó el culto a
Amón, y también a Osiris, ya que el destino en el Más Allá dependía de la lealtad al faraón. Pero el pueblo seguía adorando a los viejos dioses, los artesanos, trabajadores y pueblo común parecían seguir apegados a sus antiguos dioses y supersticiones.[9] Atón era un dios universal, creador de todas las cosas y anterior al mundo. Su culto no enraizó en el pueblo ya que incluso en la propia capital se han hallado estatuas de otros dioses erigidas en esa época.
Con el cambio religioso promovió también un cambio en los usos artísticos, por el que las representaciones humanas se tornaron más realistas, y se abandonaron las convenciones usadas hasta entonces, aunque volvieron a utilizarse después de la muerte de Ajenatón.

Durante los reinados de Amenhotep III y Thutmose IV, el clero de Amón había sido desplazado por el de Ra y se había introducido el culto a Atón, aunque como un dios secundario.
Su padre había protegido el culto solar, y fue deificado en vida. Ajenatón llevó al límite el sentido religioso de adoración del símbolo solar, convirtiendo a Atón en el dios personal del faraón y por ende, en el de todos y cada uno de sus súbditos. El décimo año de su reinado, Ajenatón ordenó borrar el nombre de Amón y su esposa
Mut de todos los monumentos, (hasta de los cartuchos con los nombres de todos los faraones, incluido el de su padre) y confiscar las tierras de los templos de otros dioses. Esto traía consigo una consecuencia económica: los beneficios materiales que disfrutaban los sacerdotes desaparecían, y las tierras asignadas a ellos y sus rentas revertían a la corona, dejando a los sacerdotes sin las inmensas riquezas que acumulaban cada año.

Esta consecuencia es la que hace dudar de que su reforma fuese únicamente de índole religiosa, dada la peligrosa influencia que el
clero de Amón había alcanzado en Egipto. Esta hipótesis se ve reforzada por el hecho de que no es cierto que se encerrase en Amarna abandonando totalmente el mundo, ya que mantuvo cierto interés en la política: si bien es cierto que la destrucción de su recuerdo no ha dejado muchos documentos de política interior, la correspondencia con otros reyes contemporáneos se ha guardado en los archivos de éstos, demostrando que se mantuvo activo, aunque posiblemente derivó muchas de sus obligaciones en sus colaboradores: La imagen de Ajenatón abandonando total o parcialmente su cargo debido a una religiosidad extrema y llevando a Egipto al declive (sobre todo en el exterior) ha ido perdiendo fuerza: Es claro que mantuvo el status quo en Canaan y Libia.

Además del aspecto religioso (intento de monoteísmo), el gobierno de Ajenatón intentó debilitar el poder de los diversos grupos sacerdotales a lo largo del Alto Egipto y Bajo Egipto, que habían acaparado grandes riquezas, el control de extensas propiedades y un gran poder político. Para esto se valió del monoteísmo y de la creación de una nueva capital, huyendo de la cercanía del templo de Amón.
Aunque efímera, la llamada «revolución amarniana» significó un periodo muy interesante en el arte egipcio, se pasó del
hieratismo monumental a un curioso y descarnado naturalismo en el cual se notan destellos de ternura (tal cual se aprecia en la estela que representa a Nefertiti con sus hijos pequeños, o en el famoso busto que representa a la célebre soberana). Tal naturalismo llega a lo descarnado hasta el punto que parece exceder el naturalismo aunque sin volver a las idealizaciones hieráticas, esto es patente en las pocas representaciones que de Ajenatón nos han llegado. Allí vemos a un personaje bastante deforme, tales deformidades han sido atribuidas a que posiblemente Ajenatón padeciera de una enfermedad genética y hereditaria llamada síndrome de Marfan.[10]


Ajenatón, Nefertiti y sus hijas, bajo Atón
En algunas tumbas de los funcionarios de Ajenatón, particularmente en la de Aya, se encontraron fragmentos del
Himno a Atón donde el propio faraón expresó los conceptos de la nueva religión, y es sorprendente su parecido con el salmo 104 de la Biblia. Dice así:
Eres tú quien desarrolla el embrión en la hembra,
tú quien crea la simiente en el varón,
tú quien da vida al hijo en el seno de la madre,
tú quien le mandas el consuelo que apacigua sus lágrimas,
tú, la nodriza de quien aún esté en el vientre materno,
tú el que no deja de dar aliento a la vida de cada criatura.
Cuando salen del seno materno para respirar, el día de su nacimiento,
tú abres al instante su boca y les das lo necesario.
(traducción de G. Fatás)

Bien poco se sabe de los últimos años del reinado de Ajenatón. Casi todas sus hijas murieron entre el año 14 y el 17, la reina madre Tiyi ya no estaba, y posiblemente la esposa secundaria Kiya había caído en desgracia. Por otro lado, Nefertiti seguía escalando posiciones y, convertida en corregente del rey, absorbía cada vez más poder. Y, a falta de una reina para los dos corregentes, Ajenatón se casó con sus hijas mayores y elevó a la primogénita, Meritatón, al rango de gran esposa real.
Ajenatón se preocupó más de las cuestiones religiosas que de la política. Durante su reinado fue asesinado
Rib-Adda, el rey de Biblos, a pesar de que el ejército egipcio acudió en su ayuda. Los hititas aliados con sus vecinos amorreos y babilonios aprovecharon esta ocasión para llegar hasta las mismas fronteras de Egipto, y todas las colonias sirias se perdieron.
Se desconocen las causas de la muerte de Ajenatón, pero si padecía del síndrome de Marfan, lo que explicaría sus características físicas y la prematura muerte de sus hijas, fue fruto de la enfermedad. Tras el fin de su reinado, Egipto volvió atrás en su política (se sospecha que pudo haber luchas internas, aunque no es seguro).
Su muerte no fue lamentada por la antigua clase dirigente. Nefertiti había cambiado su nombre por el de Anjjeperura-Nefertiti, y había accedido a la corregencia. Parece ser que al fallecer el rey volvió a cambiar a Anjjeperura-Semenejkara y reinó en solitario, durante un año como máximo.
La sucesión de Ajenatón fue problemática, teniéndose muy poca información de la misma, lo que indicaría una etapa de caos político. Su inmediato sucesor fue
Anjjeperura-Semenejkara, posiblemente la reina Nefertiti, que había cambiado su nombre por el de Anjjeperura-Nefertiti, y había accedido a la corregencia pocos años antes de la muerte del rey. Parece ser que al fallecer él, volvió a cambiar a Anjjeperura-Semenejkara y durante un año, como máximo, se vio por fin convertida en reina-faraón.
Después de su muerte, la corona pasó al joven rey
Tutanjatón, al parecer único hijo varón de Ajenatón y una esposa secundaria, Kiya, y casado con Anjesenpatón, la tercera hija de Ajenatón y Nefertiti. Tendría unos diez años, por lo que los funcionarios maquinaron para anular todas las reformas anteriores, de tal forma que a los cuatro o cinco años de reinado ya habían cambiado sus nombres por Tutanjamón y Anjesenamón: de adoradores de Atón a seguidores del dios Amón. La corte regresó a Tebas, rehabilitaron los templos de Karnak, se restableció el culto a los viejos dioses para conseguir el apoyo de la casta sacerdotal y trataron de encauzar la compleja política exterior, todo ello vigilado de cerca por Ay, su abuelo y sucesor.

Horemheb destruyó sistemáticamente todo lo relacionado con Ajenatón y su familia, incluyendo lo referente a Tutanjamón y Ay, para aparentar continuidad con Amenhotep III, por lo que no queda constancia de su enterramiento.
Sin embargo, tras descubrir la tumba
KV55, con un santuario en su interior dedicado a la reina Tiyi, la reina madre, y por los estudios realizados a la momia allí enterrada, que dieron como resultado que correspondían a un varón de unos 35 años, con el mismo grupo sanguíneo que Tutanjamón, supuesto hijo del faraón, y que tiene el cráneo proporcionalmente más grande que el cuerpo, guardando cierto parecido con las estatuas esculpidas durante su reinado; todo ello hace suponer que se trata de la tumba de Ajenatón.

Reinado de Horemheb


Horemheb
Era descendiente de una antigua familia aristocrática, aunque no estaba emparentado con ningún miembro de la familia real. Las primeras menciones que tenemos de él datan del reinado de Amenhotep IV, más tarde llamado Ajenatón. Horemheb habitaba en la nueva capital del reino, Ajetatón, y era el comandante de las tropas y uno de los líderes del ejército. Aunque leal al llamado rey hereje, no dejó de reprocharle su debilidad. Horemheb era un cortesano cultivado, además de un célebre militar, en la convulsa corte egipcia, sembrada de intrigas palaciegas.
Durante el reinado de
Tutanjamón (Tutankamon) el general Horemheb salta a primera escena y, junto con otro personaje, el visir Ay, acaparan todo el poder en sus manos, dominando por completo al joven rey. Se desconoce la relación entre estos dos poderosos personajes (¿rivales o aliados?), pero es cierto que juntos vieron crecer su influencia durante diez largos años, hasta convertirse en los auténticos gobernantes del país.
A la muerte de Tutanjamón, Horemheb apoyaría la proclamación de Ay, un anciano sin hijos varones, esperando una situación más propicia, ya que el rey adolescente había muerto sin descendencia conocida. Se conocen las prisas del anciano visir para tocarse con la doble corona, pues ya se hizo representar en la tumba de Tutanjamón como siguiente rey, y no dudó en casarse con la viuda y más tarde silenciarla. Pero, debido a su avanzada edad, sólo pudo reinar cuatro años.

Ay murió sin descendencia masculina y es posible que asociase al trono a Horemheb o, al menos, le facilitase la tarea, pues era un héroe nacional, por sus victorias contra los
hititas, y el único obstáculo del general —no pertenecer a la familia real— fue eludido al casarse en segundas nupcias con la hija de Ay, Mutnedymet, hermana de la gran esposa real de Ajenatón, la bella Nefertiti. Horemheb estuvo casado antes con Amenia, pero es posible que ya hubiera muerto por entonces. No hay que olvidar que el recién coronado rey debía de ser ya de edad madura.

Intentó recuperar la influencia internacional del país, al emprender la conquista de Palestina sur y planificar la futura invasión de Siria. Horemheb ha pasado a la historia como un rey que gobernó con mano de hierro y cierta dureza, pero que logró recuperar casi completamente la situación del país, muy abandonada desde tiempos de Ajenatón.

Horemheb, devoto de Horus, restableció la alianza de la oligarquía y el ejército con los sacerdotes de Amón, posibles aliados en su ascenso al trono, devolviendoles algunos privilegios, y comenzándose a planificar la destrucción de Ajetatón, la capital erigida por Ajenatón, misión que realizarán faraones posteriores.

Se achacó a Horemheb borrar de las
Listas Reales los nombres de los reyes heréticos seguidores de Atón, protagonistas del llamado Cisma de Amarna: Ajenatón, Semenejkara, Tutanjamón y Ay, aunque esto sucedió posteriormente, en la época de Ramsés II. Durante su reinado sólo se demolió el "ofensivo" templo de Atón erigido en Karnak, empleándose sus bloques en las obras de ampliación de este gran templo de Amón.
Horemheb, en las
Listas Reales posteriores, figura como sucesor de Amenhotep III, sumando a sus años de gobierno los de los reyes "herejes", 58 en vez de 27 años.

Fue enterrado en una bella tumba, KV57, en el Valle de los Reyes, pero su momia aún no se ha encontrado, y es una de las grandes ausentes entre las de los grandes faraones del Imperio Nuevo.


A Horemheb le sucede su visir, Paramesu, que tomó el nombre de Ramsés I y fundó la siguiente dinastía. No se conoce descendencia masculina del último rey de la brillante y famosa XVIII Dinastía, pero se sospecha que tuvo una hija, de nombre Tanedyemy, que fue emparentada con la nueva casa real.

Reinado de Ramses


Men-Pehty-Ra Ra-Mesesu, o Ramsés I fue el fundador de la XIX dinastía del antiguo Egipto. Las fechas de su corto reinado se estima que serían de c. 1295 a 1294 adC.[2]
Originalmente llamado Paramesu, procedía de una prestigiosa familia militar del entorno de la ciudad de
Avaris, en la región del delta del Nilo. Fue un militar de carrera, inicialmente el jefe de los arqueros, empleo que heredó de su padre, de nombre Sethy, y llegó a general del ejército real. Ramsés encontró el favor de Horemheb, faraón de la por entonces tumultuosa XVIII dinastía, quien designó a Ramsés como su visir, y por tanto, el segundo hombre más poderoso del reino.
Antes de morir, Horemheb vinculó a su visir al trono, quien también era ya un hombre de edad, pero con descendencia masculina. Ramsés I, asoció inmediatamente a su hijo al trono, para servirle como corregente; éste posteriormente sería el faraón
Sethy I. En nombre de su padre, Sethy emprendió varias operaciones militares y, en particular, una tentativa de recuperar las posesiones perdidas de Egipto en Siria. Por lo que Ramsés aparece ocupado en proyectos domésticos: lo más memorable fue poder terminar la construcción del segundo templo en Karnak, iniciado por su precursor. No obstante, dada la edad de aquel hombre, su reinado no fue más que una época de trasición entre el de Horemheb y el de Sethy I.
El viejo faraón estaba casado cuando subió al trono, y nombró gran esposa real a
Sitra, también de avanzada edad, que tuvo el honor de ser la fundadora del Valle de las Reinas, donde a partir de entonces fueron enterradas las grandes esposas reales y príncipes. Es improbable que Ramsés I fuese el marido de la oscura Tanedyemy, presunta única hija de Horemheb, y quizás, para vincular a las dos dinastías, se casase con el rey más joven, Sethy I.
Cuando Ramsés subió al trono su hijo Sethy ya era un hombre maduro que tuvo las tareas de gobierno y su nieto Ramsés II tenia posiblemtne 10 años. Ramsés murió después de gobernar por un breve período de 16 meses, y le sucede su hijo y corregente. Lo enterraron en el
Valle de los Reyes. Su tumba fue descubierta por Giovanni Belzoni en 1817 y se designó KV16; es pequeña y da la impresión de ser haber sido terminada precipitadamente. La momia de Ramsés I ha sufrido grandes avatares a lo largo de la historia, y no se sabe con certeza si es en realidad la que se le ha atribuido habitualmente, originaria del escondrijo de Deir el-Bahari.

Reinado de Seti


Menmaatra Sethy, o Seti I

Hijo de Ramsés I y Sitra, fue el segundo faraón de la dinastía XIX; gobernó unos quince años, de c. 1294 a 1279 adC.

Fue militar, como su padre, nacido en la región del delta del Nilo, en la zona de Avaris. Su nombre proviene de Seth, el dios de la guerra, de las armas y del ejército, al que Sethy I sirvió como sacerdote antes de ser soldado.

No se sabe mucho de la juventud de Sethy I, mas sí sobre su reinado. Al convertirse su padre en visir de
Horemheb y más tarde en faraón, fue pronto asociado al trono, pero ya por entonces era de edad madura. En su primer año de gobierno en solitario, se lanzó a la temeraria conquista de Palestina, Siria y Fenicia, que habían logrado su independencia durante el reinado de Ajenatón o habían sido conquistadas por los temibles hititas, tradicionales enemigos de Egipto. Las campañas de Sethy por el sur de estos territorios fue un rotundo éxito, sin igual desde los tiempos de Thutmose III y Amenhotep II, pero no se atrevió a ir más al norte por el avance del dominio hitita.
Al subir al trono, Sethy ya era un padre de familia, y su esposa de toda la vida,
Tuya, fue ascendida al rango de gran esposa real. Se ha querido ver también que Sethy I fue marido de la oscura Tanedyemy, una reina de comienzos de la dinastía, de la que desconocemos su filiación, pero que probablemente fuera la hija de Horemheb y el lazo de unión entre las dinastías XVIII y XIX.

Horemheb, Ramsés I y Sethy I debieron pacificar y reordenar
Egipto, siendo otra de sus conquistas dominar a los poderosos sacerdotes de Amón, que tras el fin de la revolución de Ajenatón habían vuelto a ser demasiado poderosos. Un éxito en esta batalla silenciosa fue el impedir que los hijos heredasen el cargo. Al mismo tiempo, se potenció el culto a los demás dioses tradicionales (prohibiendo, por supuesto, mencionar al dios Atón), especialmente el dios Seth, de quien se hizo restaurar su templo en Avaris. Fue precisamente bajo Sethy I cuando comenzó la verdadera persecución hacia el recuerdo de Ajenatón, y su capital inconclusa, Ajetatón, comenzó a ser demolida.

La dinastía XIX había nacido como una verdadera familia de reyes guerreros, de un claro origen militar. El sucesor de Sethy, el futuro
Ramsés II no sería una excepción, y fue debido a la inmensa fama que cobró este faraón que la memoria de Sethy I nos ha llegado, inmerecidamente, algo disminuida. También la dinastía XIX, sobre todo en sus comienzos, fue una casa real que impulsó grandes construcciones, y sólo los reinados relativamente cortos de Ramsés I y Sethy I impidieron que pudieran terminarse colosales monumentos que más tarde se adjudicaría Ramsés II como propios.

Sethy I murió hacia los 40 años, tras un reinado muy similar, incluso en duración, al de
Thutmose I, en torno a 13-16 años. Le sucedió Ramsés II, con el que había establecido una corregencia para asegurar la sucesión pacífica.

La momia de Sethy, una de las mejores conservadas, fue encontrada en 1881 en el escondrijo de
Deir el-Bahari y se conserva desde entonces en el Museo de El Cairo. Los estudios realizados sobre la momia no arrojan luz sobre los motivos de su temprana muerte, aunque se cree que sufría de una enfermedad vascular que provocaba el mal funcionamiento de su corazón. De hecho, éste fue encontrado a la derecha de su cuerpo, por lo que se piensa que el faraón ordenó, que a su muerte, se lo pusieran en el lado opuesto para que funcionara correctamente en la siguiente vida. Aunque otros expertos opinan que este pudo haber sido un error de los momificadores.

La tumba de Sethy (KV17) es una de las más grandes del Valle de los Reyes y una de las más bellas. Fue descubierta el 16 de octubre de 1817 por Belzoni. Su sarcófago, uno de los más hermosos hallados en Egipto, se encuentra actualmente en el Museo de Salt, en el Reino Unido.

Reinado de Rámses II


El reinado de Ramsés II
Posiblemente sea el más prestigioso de la historia de Egipto, tanto en el aspecto económico. Administrativo, cultural o militar.
Ramsés nace alrededor del año 1326 a.C. y accede al trono en el año 1301 a.c., era alto para los cánones de la época media cerca de 1,70 cm. ,De nariz prominente lo que lo confería un aspecto majestuoso. Su abuelo fue Ramsés I general del ejército y visir, elegido rey por Horemheb al no tener éste descendencia. Su padre fue Sethi I maestro político y militar, siendo su madre la reina Tuy, miembro de una ilustre familia de militares.
Ramsés II pasó su infancia en Luxor en compañía de sus dos hermanos y sus hermanas. Desde pequeño fue educado para heredar la doble corona, sus preceptores le enseñaron a escribir, interpretar las imágenes escritas, astronomía, matemáticas y geometría, mientras los sacerdotes lo instruían en materia religiosa. A los diez años es nombrado heredero y comandante en jefe del ejército por ser el primogénito, este cargo le permitió acompañar a su padre en diversas campañas (contra los hititas y los libios.
A los dieciséis años fue asociado al trono por Sethi.
Fue destinado a la supervisación de las canteras en Nubia y de la construcción de Abidos, iniciándose allí su afición por las edificaciones. Se casa con la que sería su primera esposa una joven proveniente de una noble familia llamada Nefertari, de este matrimonio nace su primogénito llamado Amonherunemef. Paralelamente toma como segunda esposa a Isetnefret con quien tuvo un hijo también llamado Ramsés.
Al morir Sethi en el año 1301 a.c. Ramsés sube al trono como rey del Alto y Bajo Egipto, y Sol de los Nueve Arcos.
En los primeros años de su reinado sus esfuerzos están encaminados a mantener la paz interior alcanzado por sus predecesesores, manifestando sobre todo a los sacerdotes de Amón su intención de ejercer todos los poderes, evitando de esta manera la influencia que podía ejercer el clero, para ello nombra sumo sacerdote a Nebumenef persona que tenía su absoluta confianza.
Una vez establecido en el trono pondrá en marcha un plan faraónico para recuperar las fronteras del imperio de la época de los Tutmosis , asegurar la paz interior y poner en marcha un programa constructivo, símbolo evidente de poder en esa época.
Ordenó la construcción de un gran templo en Luxor consagrado a Amón Ra , formando un conjunto con el palacio desde donde supervisaba las obras. Para llevar a cabo estas obras se necesitaba una gran cantidad de oro que provenía del sur del, se presentó el problema del avituallamiento especialmente de agua, este problema fue solucionado por Ramsés por medio de la perforación de varios pozos de agua-
La recuperación del poderío egipcio llevó a un enfrentamiento con Muwattali el rey de los hititas, conflicto que se prolongaría por más de diez años. E n el cuarto año de su reinado inició una expedición contra los hititas, llegando hasta Biblos con el fin de establecer bases marítimas para el avituallamiento de sus tropas. Muwattali por su parte había establecido una alianza con los príncipes de Asia Menor y Siria para enfrentarse a los egipcios. El enfrentamiento tuvo lugar en Kadesh desarrollándose una importante batalla (1295 a.c..La batalla no tiene un vencedor claro, aunque Ramsés sé autoproclamó como el triunfador, según se ve en las inscripciones encontradas en los templos de Luxor, Karnak y Abidos. La reacción de Muwattali será establecer una poderosa alianza contra Egipto, involucrando especialmente a Benteshina príncipe de Amurru, tradicional aliado de Egipto. Durante doce años Ramsés se dedicará a reconquistar en imperio asiático y africano. Las revueltas de Canaan, Moab y Edom fueron rápidamente sofocadas, recuperando Egipto la soberanía sobre ellas, logrando que el imperio llegara hasta el río Orontes.
Las luchas internas por la sucesión de Muwwatali entre su hijo Mursil y su hermano Hattusil, fue aprovechada por Ramsés para reafirmar el control en la zona de Asia Menor y los puertos fenicio del Mediterráneo, estableciendo en cada una de las plazas tomadas una importante guarnición armada.
Poco después Ramsés decide mirar hacia África, estableciendo una serie de colonias en las costas de Libia y construye un amplio frente de fortalezas con el fin de tener vigilada a la población y evitar posibles revueltas.
Tras algunos años de paz y ante el crecimiento de Babilonia, los hititas con Hattusil por rey, deciden firmar un tratado de paz con Egipto ( 1280 a.c.), en el que se establece el matrimonio de una princesa hitita con el faraón, la delimitación del territorio que quedaría delimitado por el rió Orontes, la soberanía sobre Kadesh y Amurru de parte del hatti y la dominación de los puertos fenicios por parte de Egipto, al mismo tiempo que se comprometían a otorgarse ayuda militar reciproca. De esta manera se inaugura un período de paz y prosperidad económica y cultural. Desde ese momento Ramsés se dedicará al mantenimiento de su imperio que va desde Sudán en el sur hasta el Mediterráneo al norte, desde Libia en el oeste hasta el Orontes al este.
Para controlar este vasto territorio Ramsés ordenó la construcción de una nueva ciudad llamada Per-Ramsés, en la región de Tanis en el delta del Nilo y la convirtió en la capital del imperio.
Decide construir un agradecimiento dos templos excavados en la roca ubicados en Abu-Simbel, uno dedicado a Ptah, Hathor y a sí mismo, y otro dedicado a Hathor y Nefertari, también construye el Ramesseun.
En el año treinta de su reinado se lleva a cabo el primer jubileo (llegó a celebrar once), y en año treinta y tres se casa con la que sería se quinta Gran Esposa Real, la princesa hitita Mathorneferure, quien sumada a sus esposas y concubinas le dieron a Ramsés más de cien hijos.
Asegurada la paz y prosperidad de Egipto, Ramsés estrechó la vigilancia en su administración para lo cual se rodeó de una elite burocrática formada por miembros de las familias más allegadas a él
En sus últimos años Ramsés se vio aquejado por diferentes dolencias la desviación de su columna que trajo aparejada una artritis muy dolorosa y un problema dentario a nivel de las encías (gingivitis) que le provocó infecciones a repetición por lo que debía tomar dosis altas de calmantes que eran ingeridos en forma de té procedente de la maceración y trituración de las hojas de sauce (actualmente es lo que conocemos como aspirina.
En los últimos años de su reinado, Ramsés pudo apreciar como se iniciaban las presiones de los pueblos procedentes de Europa, pueblos que llegaría a tomar Egipto ( 1200 a.C.).
Tras 67 años de reinado Ramsés fallecía a la edad de 92 años, dejando el trono en manos de su hijo Minepthah fruto de su matrimonio con Isetnefret, nombrado heredero tras el fallecimiento de sus hermanos mayores.